viernes, 2 de noviembre de 2012

El Evangelio visto por los anónimos: Ana López


Comenzamos una serie de entradas en las que el Evangelio va a ser comentado por gente "normal", cristianos de a pie que se encuentran cada día con cientos de situaciones como las que se ven en el Evangelio. 

Le vamos a dar voz a cristianos que por su fe, su testimonio, su vida, saben de esto un montón, casi igual que teólogos de renombre; porque para saber lo que Dios dice, sólo hay que escuchar con sencillez, como Samuel, como David, como María; y sobre todo, querer compartirlo gratuitamente, con generosidad.
Porque Dios está entre pucheros, cocinas, papeles y compañeros del trabajo, enfermedades, apreturas, dificultades para llegar a fin de mes, en fin, ¿qué os voy a contar?

Esta semana nos comenta el Evangelio, Ana López, catequista desde hace 30 años, madre de 5 hijos y con un montón de nietos, que ha hecho de su vida una entrega diaria a Jesús en cuerpo y alma, como dice el Evangelio de esta semana. Con sencillez, humildad y amor, mucho amor. Que, como muchos, ha pasado momentos difíciles y duros, pero viendo en ellos a Dios ayudando a superarlos.

Aquí, su visión del Evangelio de esta semana:

El escriba conoce muy bien la Ley y los Mandamientos


El escriba conoce muy bien la Ley y los mandamientos, ¿por qué le pregunta a Jesús cual es el primero de todos? Al pronto parece que quiere ponerle una trampa para pillarlo en una contradicción; pero luego, por la respuesta que da, lo que se intuye es que admiraba a Jesús y quería cotejar sus propias ideas con las que Jesús predicaba. Quizás, el hombre andaba agobiado
por tantas normas y preceptos como tenían que cumplir.Y Jesús, ante su contestación, le dice:”No estás lejos del Reino de Dios”.

Con esta frase, Jesús le incita a ese paso que le falta para llegar al Reino y que es poner por obra ese Amor a Dios y al prójimo. Y creo que eso nos falta muchas veces a todos. Nos sabemos muy bien las teorías, pero poner en práctica el Evangelio es más difícil.
.El Señor nos invita a todos a hacer realidad cada día, los dos principales mandamientos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esto implica que nos tenemos que querer nosotros mismos para poder querer a los demás y así reconocer que el Amor , “que Dios nos ha dado primero” es lo mas grande y lo mas hermoso que tenemos en la vida.
  Este Amor, extendido en triple rama—Dios, yo, mi prójimo—ha de ser el centro de nuestra vida.  Y la alegría de amar y saberse amado, es lo que tenemos que irradiar en cada momento
Porque cada uno de nosotros está llamado a vivir la experiencia espiritual, personal y mística ,del encuentro con Dios. Todos estamos llamados a abrir el corazón al Amor de Dios, para poder practicar el amor a los hombres.
Pidámoselo así al Señor en la Eucaristía de este domingo.

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